Tuesday, November 14, 2006

Acertado 'governator'

Arnold Schwarzenegger, gobernador de California, sugirió a la administración federal mexicana cambiar de estrategia para destrabar el acuerdo migratorio. "Insistir con Bush no llevará a nada. El presidente no irá más allá de lo que el público y sus asesores estén dispuestos a aceptar".
El reelecto gobernador describe una realidad que ignoran o soslayan los administradores y burócratas superiores mexicanos: los asesores de Bush moran dentro del anillo de circunvalación del DC: the beltway. Dedican su tiempo a sostenerse en sus posiciones cercanas al Chief Executive. No se enteran de lo que ocurre en Afganistán, Irán, los países del Medio Oriente -excepto Israel- o los países del continente africano, excepto Sudáfrica. Y son infinitamente ignorantes de lo que ocurre a lo largo de los 3 mil 234 kilómetros de confín que separan, padecen y comparten California con Baja California; Arizona con Sonora; Nuevo México con Sonora y Chihuahua; Texas con Coahuila y Tamaulipas. Ellos oyeron hablar alguna vez de "Baja", "Senora", "Tamalpais". Pero no recuerdan cuándo ni dónde.
Los conflictos que la convivencia fronteriza origina los resuelven día con día las aglomeraciones de población asentadas frente a frente, a pesar de las decisiones que provienen del Distrito de Columbia y del Disrito Federal.
Hasta hace cinco años los servicios de migración se encargaban de facilitar o evitar el paso de personas de un territorio nacional a otro, mediante el visto bueno personal, waver, que estampaban en el pasaporte o en las formas migratorias los obesos pero bonachones oficiales del Immigration and Naturalization Service, la entidad federal cuyo personal destacaba Washington en obsequio a las peticiones de los gobernadores de los estados fronterizos.
Después del Nine Eleven 01, el Mago de Oz ya no los escuchó. La política migratoria y su aplicación se inventaron en los recovecos del Pentágono -de donde acaba de salir Rumsfeld debido a su supina ignorancia- y en las cavernas del Departmento de Estado, donde se custodia al histórico gran garrote.
Mientras tanto los mal rasurados y bigotudos vistas aduanales y oficiales de migración mexicanos continúan revisando desde afuera, sólo con la mirada, miles de autos y con sonrisas ávidas de indulgencias les franquean el paso a los sonrosados estadounidenses jóvenes y a los canosos y sanísimos jubilados. Los primeros llegan para disfrutar una noche de borrachera en compañía de un bunch of Tiajuana whores. Los segundos se encerrarán en sus guetos de Rosarito.
La zona fronteriza se transformó en zona de intolerancia. Hoy la migra ve en cada hispano un enemigo político o ideológico, real o virtual de EU, salvo prueba inmediata en contrario. Hay más de 4 mil migrantes muertos o desaparecidos que lo atestiguan.
La solución inmediata, intermedia, habrán de darla Schwarzenegger, Napolitano, Richardson y Perry; y Elorduy, Reyes Baeza y González Parás en consulta con las poblaciones que gobiernan, como lo propusiera el gobernador Bours hace algunos días.
Las soluciones a mediano plazo, y las definitivas, se encuentran en las entrañas de cada país expulsor de mano de obra -México el más destacado de todos-, mediante la creación de empleos, en la producción alimentaria vista como modo de vida para tres cuartas partes de la población económicamente activa en el campo, y en el robustecimiento y ampliación del mercado interno. Ni los burócratas ni los policías que viven en las capitales nacionales han pensado en los remedios pertinentes para aliviar los problemas que asuelan a la proteica zona divisoria.
Editorial publicada en el Universal el 14 de Noviembre del 2006 por Pablo Marentes

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